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Sábado 2 de agosto de 2008, Piedrahita.

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En el despegue el viento estaba muy flojo, tanto que David «Potato» y Julio «Piedrahita» decidieron bajar sus alas montadas para salir por debajo de la carretera. Juanma y Armando que llegaron algo más tarde montaron directamente abajo. Arriba estábamos todavía Jesús, Javi «Fontanar», Luismi y yo.

En ocasiones incluso llegaban a entrar rachas de atrás y, por lo tanto, remolinos que evitaron que nos relajásemos mucho. Uno de ellos pilló a Jesús preparado para despegar lo que le obligó a elegir entre salir o aguantarlo enganchado al ala. Optó por la primera opción despegando sin problemas tras una larga carrera.

Algo después Juanma, Javi y yo despegamos juntos en ese orden, Juanma desde abajo y nosotros desde arriba. Tuvimos que correr bastante pero despegamos sin problemas, si bien impresiona mucho salir planeando tan cerca del suelo. Posiblemente en la próxima ocasión similar despegaré desde abajo yo también.

Nada más salir trincamos los tres, Juanma bastante más alto pero Javi y yo aproximádamente a la misma altura. Tras unos cuantos giros decidí dejar la térmica para no molestar a Javi y tiré hacia la izquierda del despegue, en busca de la que los locales llaman térmica «de servicio». Y, aunque tardó algo en aparecer, no me falló.

Comencé a girar algo muy suave que lentamente fue cogiendo fuerza. En esas estaba cuando Juanma por la radio nos avisaba de que estaba con 3400 metros y subiendo, y quería saber hacia donde tirar. Yo le comenté que mi intención era ir a Puente del Congosto pero que todavía no tenía suficiente altura para tirar. Armando comentó que los aterrizajes por allí no eran muy buenos, pero que sí que los había en los pueblos cercanos. Por encima de los 3200 metros no lograba ganar más altura pero vi precisamente a Armando girando cerca de donde yo estaba y fui hacia allí. Pero por allí tampoco lograba ganar mucho y tras comentarlo con Armando tiramos juntos hacia el pico Umbrela, la cumbre del monte que hay enfrente del despegue a la izquierda.

Al llegar allí nos encontramos con Juanma que venía con mucha altura en dirección contraria a la nuestra. En la vertical del monte comenzamos a girar algunas cosas que tampoco terminaban de arrancarse con fuerza. Y así, tanteando por distintas zonas, estuvimos un buen rato, desplazándonos poco a poco hacia la ladera norte del monte, hacia Hoyorrendondo, pero tal y como en un momento dado me comentó Juanma, estábamos perdiendo más de lo que ganábamos. Finalmente él decidió volver hacia el despegue. Armando y yo tiramos hacia Puente del Congosto buscando algo que nos permitiese ganar metros por el camino.

Sin embargo nos encontramos con más de lo mismo, ascendencias muy flojas con las que cada giro tenía una de cal y otra de arena. Yo, viendo a tiro las campas de Navamorales, a pocos kilómetros de Puente del Congosto, decidí ir hacia ellas con la esperanza de encontrar por allí algo mejor.

Y algo encontré. En la vertical del río Corneja (poco antes de juntarse con el Tormes) atravesé una fuerte descendencia tras la cual vino su correspondiente ascendencia. Sin embargo era muy turbulenta y con una deriva considerable. Abajo los árboles del río estaban bastante inclinados y todo apuntaba a que el viento aumentaba cuanto más cerca del suelo. Finalmente decidí no arriesgarme a no llegar a la campa de Navamorales y dejé la térmica.

Efectivamente había bastante viento al nivel del suelo y la campa estaba ligeramente cuesta arriba. La aproximación era cómoda, sin obstáculos y aterricé sin problemas.