Archivo mensual: septiembre 2008

Sábado 20 de septiembre 2008, Alto Rey

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El último vuelo del año fue en la zona en la que, rompiendo cualquier pronóstico que hubiese podido hacer, más y mejores vuelos disfruté.

El viento estaba ligeramente cruzado de la derecha, lo que hizo que el comienzo del vuelo se desarrollara por encima de Gascueña de Bornova y Prádena de Atienza. Tras varias intentonas en las que el viento y la deriva siempre volvían a colocarme entre estos dos pueblos, finalmente logré llegar hasta Bustares con cierta altura. No mucha, pero suficiente como para llegar a las campas grandes que hay camino de Las Navas de Jadraque. Para mi sorpresa justo encima del puente trinqué una térmica bastante maja que girándola a izquierdas nos subió de nuevo a unos 2800.

Con esa altura decidí poner rumbo hacia unos prados inmensos (en la siguiente foto se ven arriba a la derecha) que hay antes de entrar en un zona con muchas curvas camino de Las Navas de Jadraque:

Las Navas de Jadraque

El rumbo lo llevaba ligeramente modificado hacia el oeste con una segunda intención. Si lográbamos ganar más altura podríamos llegar hasta La Nava de Jadraque, al lado de la carretera de Galve del Sorbe. Allí tenía controlada una campa decente, no tan buena como estos prados de Zarzuela, pero mucho mejor para la «recogida».

El caso es que según nos íbamos acercando a la vertical de los prados me di cuenta de que con aquella altura podíamos llegar perfectamente hasta La Nava. Así es que finalmente terminé de orientar el ala hacia el oeste, quedando el Ocejón delante de nosotros, y apretamos los sables para planear hasta allí.

Por el camino sobrevolamos El Ordial y Arroyo de las Fraguas y finalmente llegamos a la campa de La Nava con altura suficiente como para buscar algo por allí.

No encontramos nada y decidí preparar la aproximación. La campa era grande pero tenía (y tiene) un árbol justo en el centro, por lo que la cosa merecía toda la atención posible. El aterrizaje fue correcto, aunque la tuve que correr y se me desvió al final un poquito a la derecha.

Y fin de temporada. En total fueron veintiún vuelos con los que la U2 160 me dejó un buen sabor de boca de cara al invierno. Me da bastante confianza en los despegues con poco viento, aunque tengo que hacer un mayor esfuerzo que con mis anteriores alas por mantener el ángulo cuando el viento es más fuerte. Girando es muy cómoda, mucho más que la Laminar ST 13 con la que tenía la sensación permanente de «colarme» en la térmica, pero sin duda no tanto como mi vieja XS, qué parecía girar sola. En las transiciones sin embargo es una gozada, un planeo más que decente sin el cabeceo que me solían hacer aquellas. En las tomas es donde la (me) pondría la puntuación más baja. Sin duda no es un problema de la cometa, sino de su tamaño para mi peso. Algo menos de vela hubiera sido lo ideal, pero creo que con el lastre la situación está más o menos controlada de cara a esta nueva temporada que se nos echa encima…

¡hola!

¡¡¡A VOLAR!!!

Viernes 5 y lunes 8 de septiembre de 2008, Castejón de Sos.

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Tuca de Urmella (2532m)Siempre estará mi recuerdo como una de las zonas de vuelo más sobrecogedoras de todas las que he conocido. Porque lo es, pero además porque la primera vez que volé en ella me pilló en un momento en el que, aunque llevaba ya unos años volando, todavía no conocía lo que era hacerlo entre montañas de estas dimensiones. Fueron unas vacaciones inolvidables junto a Matilde, Fidel y Ricardo en las que empezamos volando en Arangoiti (Lumbier, Navarra), seguimos haciendo lo propio en Loarre (Huesca) para terminar en este popular valle de la Ribagorza. Aquel verano de 1996 siempre lo recordaremos también por la tragedia que tuvo lugar a pocos valles de aquel, en el camping Las Nieves de Biescas. Aquella misma tarde nosotros cuatro nos cobijábamos de las tormentas en nuestras tiendas de campaña, también en un camping situado a pocos metros de un río… los móviles todavía no eran de uso generalizado y la cabina del camping Alto Ésera tuvo pocos minutos de descanso hasta bien entrada la noche. Pero bueno, volvamos al post, que enseguida «me voy por las nubes».
Ambos vuelos fueron similares en cuanto a duración (cerca de la hora y media), techo (las nubes estaban a 2700 el viernes y a 2800 el lunes), máximas ganancias (sobre los 3 m/s) y rumbo (hacia delante en busca de la Sierra Calva y lento retroceso hacia el aterrizaje (sobrevolando el Congosto del Ventamillo y Chía ) tras llegar a la vertical de Gabás con unos 1.800 metros). En ambos me metí ligeramente en las nubes y en ambos compartí ratos con los buitres de la zona. Sólo el comienzo y el final fueron claramente distintos.

En el primero no tardé ni en despegar ni en trincar poco después a la derecha del despegue. El lunes sin embargo un viento muy flojo nunca quería soplar bien orientado, y recorrí con el ala a cuestas prácticamente todo el despegue, bajando cada vez más en busca de una mayor pendiente. En un momento dado logré salir corriendo mucho con una racha que tampoco fue ninguna maravilla. Fue correcto, sobre todo teniendo en cuenta la baja densidad que tiene el aire a los más de 2.300 metros de altitud que tiene este despegue.

Ésera entrando al Congosto del VentamilloAmbos aterrizajes fueron en la campa oficial, pero el viernes tomé de sur y con viento racheado, mientras que el lunes lo hice de norte prácticamente con viento cero. Tal y como había decidido en el vuelo de Baltar, volé con un lastre de 3 kilos saliendo además con litro y medio de agua en la camelback. Este peso adicional me pilló desprevenido en el primero de los aterrizajes en el que, dada mi falta de experiencia «lastrado», terminé hincando las rodilleras debido a la inercia de mi «nuevo» peso. En el segundo, ya prevenido, logré tomar sin perder la vertical a pesar del viento cero que aplastaba la campa.

En estos vuelos por fin pude hacer algo que llevaba tiempo intentando pero que hasta entonces no había logrado todavía a bordo de la U2: ¡¡¡fotos!!!

Aunque no logré salir del valle y llegar Campo como soñé desde alquilamos allí la casa, fueron vuelos los dos de los que se te quedan grabados para siempre, incluso sin fotos.

El Turbón y el collado de...

Espero volver antes de que pasen otros doce años.