Archivo mensual: junio 2008

Domingo 29 de junio de 2008, Alto Rey.

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Tenía muchas ganas de volver a volar en el Alto Rey. De hecho, aunque mi último vuelo allí fue hace muchos años (14, que se dice pronto), he frecuentado su despegue (en particular) y la zona (en general) en bastantes ocasiones desde entonces.

Esta primavera me alegró ver que lo que es el sitio más seguro para aterrizar (tanto por tamaño como por cercanía al despegue) no estaba sembrado. En su día tuve la mala suerte de vivir una experiencia muy desagradable en la misma de la que no pocos voladores han oído hablar. En aquella ocasión la campa estaba sembrada de trigo y el agricultor que la trabajaba rajó literalmente las cometas a dos de los amigos con los que fui a volar allí. Un tercero, Fidel, mi compañero de cursillo y con el que compartía ala por aquel entonces, estaba todavía volando y se dio cuenta de lo que estaba ocurriendo. En el último momento decidió aterrizar en las jaras que rodeaban el campo. Eso le (nos) libró de acabar con el ala rajada también, pero la decisión fue bastante arriesgada ya que, además del peligro de las jaras, había montones de piedra ocultos y dispersos de un tamaño considerable (muy posiblemente procedentes del propio sembrado).

En cualquier caso mi intención si lograba darme un vuelete allí era evitar dicha campa y aterrizar lo más cerca posible de Muriel, donde estaría mi familia y objetivo que gran parte de mis vuelos (cualquiera que realice desde la Muela, el Alto Rey, Arcones y, por soñar que no sea, desde Piedrahita). Un destino bastante complicado desde el Alto Rey por lo abrupto tanto de la Sierra Gorda (que tendríamos que atravesar para llegar en línea recta) como de la vertiente sudoriental de la Sierra de Ayllón (que tendríamos para acceder siguiendo la cuerda por el norte, hasta el Ocejón). Por lo tanto mi plan de vuelo para llegar es accediendo por el sur, bordeando el pantano de Beleña, aterrizando en los llanos de Tamajón, cerca de un pueblo abandonado llamado Sacedoncillo. Algo parecido a esto:

Desde el Alto Rey hasta Muriel rodeando el pantano

En Muriel no me puedo meter ya que no hay aterrizajes seguros para un ala delta. Pero bueno, bajemos de la nube y vayamos al grano. El vuelo del domingo.

La cosa pintaba muy bien. Había estado en el despegue el sábado y entraban rachas bien orientadas y todavía parecía haber cierta actividad en el cielo (es decir, se veían nubecitas chulas). Pero era muy tarde, pasaban ya las seis de la tarde. Siendo un despegue sur-sudeste, lo ideal en días térmicos es despegar antes del mediodía, ya que la orientación se va moviendo con el sol. Las rachas comenzaron a entrar cada vez más de oeste hasta que al final, cuando ya me marchaba, entraban de atrás. Me fui con la esperanza de que llegando prontito el domingo podría por fin darme un vuelo allí.

Y así fue. Aunque fui solo y allí no vuela casi nunca nadie, no faltan personas que suben a ver la ermita. Confiaba en ellas para no despegar solo, algo que siempre hay que evitar pero que en ocasiones hay que hacer (cuando, por ejemplo, estábamos en el despegue con otros voladores y nos hemos quedado los últimos). En mi caso, me ha tocado hacerlo en dos o tres de los aproximadamente trescientos despegues que he realizado. El viento estaba muy bien, con rachas que llegaban a ser fuertes en algún momento pero suave en general, y monté el ala con la esperanza de que alguien apareciese cuando todo estuviese listo. Así fue también.

Despegué como a la una y media acompañado de familia de Puebla de Beleña que gentilmente esperaron unos minutos antes de subir hasta la ermita. Nada más salir giré hacia la izquierda bordeando los cortados de piedra sobre los que se construyó la misma y no tardé en ganar altura al despegue. La abundancia de térmicas en la zona me permitió ponerme a varios cientos de metros en poco tiempo así como mantenerlos durante todo el tiempo que estuve en la sierra. Un buen puñado de buitres que despegaban de las rocas de la parte oriental me acompañaron también mientras estuve por allí.

La deriva de las térmicas era lo suficientemente notable como para hacerme dejarlas casi siempre antes de llegar al techo, para evitar meterme en el valle de atrás. Pasado el mismo, ya en el interior de Soria, se estaba comenzando a formar una tormenta de tamaño considerable. Esto, junto con el hecho de que comenzaron a formarse nubes en el valle me animó a salir hacia el mismo. Al hacerlo y entrar en la ascendencia más lejos de la sierra podría mantenerme durante más tiempo en la misma y ganar más altura, llegando quizás a la nube. Lo hice en un par de ocasiones o tres logrando ponerme a unos 2600 metros, unos 800 sobre el despegue. Aunque no llegué a meterme en la nube, sin duda estuve cerca.

La tormenta seguía creciendo y parecía ya lamer el valle de atrás, todavía a varias decenas de kilómetros del Alto Rey, y decidí alejarme definitivamente. Con el techo que comentaba y más o menos una hora después del despegue, tensé la cometa y puse rumbo hacia Las Navas de Jadraque, donde tengo controlada una campa bastante maja.

Sobrevolé Bustares y llegué a la campa de Las Navas sin problemas, ligeramente por debajo de la altura del despegue. Allí me encontré una térmica que decidí tantear. Su ascendencia no era mala, pero la deriva era considerable. La dejé para buscar otra en la que, aunque derivando igual, se subiese con mayor velocidad. Mi gozo en un pozo. Las que encontré fueron muy similares y al final me agarré a una para no tener que aterrizar.

Su deriva me fue lentamente acercando de nuevo a Bustares y apenas logré ganar metros. Abajo los chopos estaban bastante arqueados y parecía haber bastante viento. Posiblemente desde donde estaba ya no podría llegar al lugar de donde venía, a la campa de Las Navas. Viendo que la deriva me iba a meter ya por detrás de Bustares decidí aterrizar en una campa bastante grande que tenía cerca , al lado de la carretera (curiosa, curiosa. En muy buen estado pero… ¡de un solo carril para los dos sentidos!) que une ambos pueblos.

Efectivamente en el suelo había un viento considerable, lo que facilitó mucho la toma en una campa verde como ella sola. Después de recoger me tocó subir andando hasta el despegue para recoger el coche. Una hora y media de pateo. Pero sarna con gusto no pica… ¡vuelete!

Sábados 7 y 21 y domingo 22 de junio de 2008, Pedro Bernardo.

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Tres vueletes de similar corte: a duras penas pude ganar la altura del despegue pero decenas de giros en ascendencias muy suaves lograron mantenerme en el aire cerca de una hora.

Los primeros despegando desde la oeste a media tarde, y el del domingo desde la rampa de madera de la cara este a la una y media de la mañana. Éste último fue todo un tributo a los «cero coma con deriva» gracias a los cuales alargué el vuelo hasta una hora. Además tuvimos la suerte de encontrarnos en el despegue con Pepe, no el volador sino el cabrero, que hacía mucho tiempo que no veíamos.

Tal y como comentaba en uno de los posts anteriores, la quilla «de serie» de la U2 me resultaba demasiado corta y he sustituido el último segmento por el de mi vieja Laminar ST. Casualmente tienen el mismo diámetro siendo el de la U2 28 cm más corto. Ha resultado ser bastante más simple de lo que pensaba (sólo he tenido que hacer un pequeño taladro) y el resultado muy bueno. Desde mi punto de vista, con esos 28cm más de quilla he ganado en:

– mantenimiento de la cometa: la vela/sables rozan menos en el suelo al quedar más elevados,
– comodidad en el despegue: al quedar más elevada es más fácil levantarla del suelo cuando nos disponemos a despegar,
– seguridad en los aterrizajes: si por algún motivo no logramos acabar el aterrizaje incorporados la quilla llega antes al suelo.

Bueno, parece que todavía los buenos vuelos se hacen esperar.

Espero que no tarden mucho en llegar.